Todavía recuerdo
desde el olor de mis cenizas
aquella larga mirada
de arenas y de brisas
con la tarde y las olas
arañando el silencio
del cantil de mi existencia.
Su andar
de fuegos y de brumas
arrastraba entre sus sombras
el viejo rumor de la tarde
dormido y abrazado
a la incandescencia de sus ojos.
Un canto
de fuegos y de arenas
y unas voces
de lluvias y de mar
florecían y flameaban
en los brazos
de aquella mirada
de azogue y de sal.
El fragor de sus ojos
devoraba mi voz
y el olor de sus huellas
abrasaba y calcinaba
el duro rumor de mis sombras.
Aún recuerdo
aquella mirada de fuego
de viento y de mar.
Aquella mirada
de azogue y de sal.
Todavía
desde las cenizas de mis sombras
la recuerdo y la veo.